Caviar: protocolo de degustación

El caviar se asocia de manera inevitable al lujo y las  ocasiones especiales, como las celebraciones o las fiestas navideñas. Incluso puede ser una excelente  opción de regalo.  Algunos tipos de caviar  tienen un precio de artículo de lujo, pero afortunadamente hay muchas variedades, y hoy en día no solamente los privilegiados pueden disfrutar un buen caviar.

El manjar que representa para nosotros el caviar,  son las huevas del esturión. El nombre caviar procede de la palabra turca khavyar, según un manuscrito escrito en inglés que data de 1591, en que se mencionaba este producto. Hubo una época en la que el caviar estaba reservado a la realeza, pero con el paso de los siglos, su consumo se fue extendiendo. 

En la actualidad, comprar caviar de calidad ya está al alcance de la mayoría gracias a sus distintas variedades, como las de caviar Tanit: de esturión, Oscietra,  Beluga, Baeri, Platinum Kaluga… ¡en la web de Mundisa las encontrarás todas! Ahora vamos a repasar cómo hay que degustar el caviar para apreciarlo al máximo: casi un ritual que merece la pena seguir.

 

 

 

La presentación y los utensilios

El caviar en general, especialmente si es de calidad, como  el caviar Tanit, hay que servirlo, frío, solo  y a ser posible, en un recipiente no metálico. La degustación del caviar resulta óptima a una temperatura de entre 10 y 12 º, para apreciar al máximo los aromas, sabores y retrogustos,  conservando su textura estructurada. 

Aunque puede presentarse el caviar en una caviarera de cristal,   en Mundisa aconsejamos mantenerlo en la lata para evitar manipularlo en exceso, y siempre  que repose sobre una base fría.  Para mantener el caviar en perfectas condiciones hay que transportarlo y conservarlo en frío entre -3 y 3 º C, hasta el momento de su consumo. Una vez abierta la lata, conviene consumirlo en un máximo de 3-4 días. 

Si prefiere  presentarse en un un bol de cristal o cuenco,  debe  hacerse con hielo en su base que mantenga la temperatura fría. Los recipientes de metales en general, incluyendo la plata, pueden alterar el sabor del caviar, ya que producen una pequeña oxidación en el producto. Por este motivo,  el cristal es el material más adecuado para presentar el caviar,  a no ser que se consuma directamente de  su lata.

Las cucharillas de nácar también están recomendadas para servir el caviar,  así como de otros materiales como la madera, el hueso o algunos tipos de PVC. Y sobre todo, cumplir una regla de oro: el caviar no se aplasta, se deposita sobre una pequeña rebanada, tostada o galleta, siempre con bases crujientes. 

Para degustar caviar, puede hacerse solo a pequeñas cucharadas, o depositado sobre una base crujiente sin sal, que puede estar ligeramente untada con mantequilla. Hay paladares extravagantes que optan por combinar el caviar con unas rodajas de limón, crema agria,  huevo duro finamente picado separando yema y  clara,  o con cebolleta muy picada.

No obstante, los puristas del caviar suelen ser contrarios a estas combinaciones, que en todo caso destinarían a un caviar de calidad inferior. Para los entendidos, el caviar se saborea tal cual,  o depositado en una  pequeña tostada crujiente, con cuidado de no aplastarlo. Aún así, ya sabemos que contra gustos no hay nada escrito, y lo importante es disfrutar de estas perlas negras, que a menudo se combinan también con salmón ahumado.

 

 

 

Bebidas  para acompañar el caviar

Los expertos en la materia opinan que el vodka helado es una de las mejores bebidas para acompañar la degustación de un buen caviar. Sin embargo, lo más común es acompañarlo de un buen champán o cava, aunque también puede combinar bien con otros tipos de bebida típicas de los aperitivos.

En la degustación del caviar, también podemos aplicar la máxima “Menos es más”, ya que no conviene abusar por la potencia de su sabor. Si se consume de forma individual como aperitivo, lo recomendable es servir de 50-60 gramos por persona, lo que representa aproximadamente de dos a tres cucharaditas de caviar.

El caviar de buena calidad debe tener un sabor equilibrado, ni demasiado salado ni excesivo sabor a pescado. La huevas tienen que ser redondas y no muy grandes,  enteras, brillantes y de retrogusto fino al paladar.